Respondieron el primer cuestionario 681 personas, durante las 4 primeras semanas más de un 70% de las personas continuaron respondiendo, las 4 últimas semanas más de un 60%.

Respondieron el primer cuestionario 681 personas, durante las 4 primeras semanas más de un 70% de las personas continuaron respondiendo, las 4 últimas semanas más de un 60%.
El 12,5% de las personas participantes vivían solas durante el confinamiento y casi la mitad con niños.
La primera semana de confinamiento la mayoría expresó que su convivencia no había presentado cambios, aunque un 7,9% dijo que había empeorado y un 27,4% que había mejorado.
Un 13% de participantes fumaba habitualmente antes de la pandemia. La primera semana de confinamiento un 2,1% declaró que había vuelto a fumar.
En relación a los hábitos alimentarios, durante la primera semana más de la mitad de participantes no manifestó cambios en su alimentación, aunque un 18,5% expresó que había empeorado.
La primera semana de confinamiento los participantes realizaron menos actividad física que la que hacían habitualmente, pero a medida que pasaron las semanas la actividad física fue en aumento, hasta que la última semana (que ya se podía salir al exterior a practicarla) el porcentaje de personas que realizaba actividad física fue superior que antes de la pandemia.
El uso del teléfono fue la actividad de ocio que más realizaron las personas participantes, seguida de ver series y realizar videoconferencias.
Los síntomas (moderados/graves) de ansiedad y de depresión de los participantes fueron disminuyendo durante las semanas de confinamiento, así como también las consultas para mejorar el estado de ánimo o la ansiedad.
La mayoría de personas participantes no presentó cambios en los indicadores de bienestar emocional entre la primera y la octava semana de confinamiento.
Durante las 4 primeras semanas hubo un aumento significativo de los síntomas de ansiedad en las mujeres, en las personas entre 45 y 54 años, en las que estaban en paro, en las más preocupadas por su situación laboral y por contagiarse de la enfermedad.
Los síntomas de depresión, durante las 4 primeras semanas de confinamiento aumentaron significativamente más en las mujeres, en las personas más preocupadas por su situación laboral y en las más preocupadas por contagiarse de la enfermedad.
El consumo de psicofármacos aumentó de forma significativa las 4 primeras semanas entre las personas que vivían en viviendas de menos de 80m2 y las que vivían en viviendas sin espacio exterior.
Las 4 primeras semanas las mujeres consultaron más que los hombres para mejorar su estado de ánimo o ansiedad también aquellas personas con dificultades económicas para llegar a fin de mes y las más preocupadas por contagiarse de la enfermedad.
La primera semana un 62% expresó mucha satisfacción con su vida, porcentaje que disminuyó a un 33,7% la segunda semana para mejorar ligeramente hasta el final del seguimiento.
La última semana de seguimiento las personas participantes expresaron mayor optimismo respecto al futuro personal que respecto al de la sociedad en general.
El principal motivo para salir de casa durante todo el confinamiento fue para ir a hacer la compra seguido de salir para tirar la basura y de salir para ir a trabajar.
La preocupación por contagiarse de la enfermedad fue disminuyendo a medida que avanzaban las semanas, pasando de ser un 38,1% las personas muy preocupadas la primera semana a un 16% la última semana.
El interés por la evolución de la enfermedad fue disminuyendo a medida que avanzaban las semanas.
El uso de la mascarilla es la medida que aumentó más durante todo el periodo de confinamiento, de un 24,8% la primera semana a un 85,8% la octava semana (cuando todavía no era obligatorio su uso).